Para que el virus pueda multiplicarse y causar enfermedades es esencial que pueda penetrar dentro de cualquier célula de nuestro cuerpo. Este proceso no siempre es sencillo.
Nuestras células tienen moléculas en su superficie que actúan como una especie de bloqueo. Para cualquier estructura puede atravesar la pared celular es necesario contar con una “llave” que coincida con el “ojo de cerradura” presente en la superficie de la célula. Diferentes células expresan “bloqueos”.
Por lo tanto, para un virus entrar en el interior de una célula determinada, tiene que presentar en su superficie una molécula que sirven como una “clave” para el “bloqueo” de esa célula. Los virus tienen muchas moléculas en su superficie que actúan como “clave”. Si en nuestro cuerpo existe una célula con un “bloqueo” compatible con una de las “claves” que tiene el virus, él entrará en nuestro cuerpo, no será capaz de penetrar cualquier célula y se quita fácilmente por el sistema inmune.
Este hecho explica por qué algunos virus son capaces de infectar a los seres humanos, siendo restringidos a las plantas u otros animales. Esta misma analogía explica por qué algunos virus sólo causan infecciones respiratorias mientras que otros sólo atacan el sistema gastrointestinal, hígado o el sistema nervioso. Por lo tanto, podemos concluir que los virus no atacan a las células que quieran, sólo atacan las células que pueden.
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