Las alergias alimentarias son muy comunes especialmente en los niños. Estadísticas señalan que la prevalencia es de un 3 a 7% en la población infantil y de un 2% en la población adulta.
Las alergias alimentarias se han convertido en una especie de ruleta rusa donde las personas afectadas se juegan la vida cada vez que se sientan a la mesa.
Una alergia alimentaria o alergia alimenticia se define como una respuesta inmune a un alimento o sustancia que se encuentra en el alimento, ya sea de forma natural, al ser procesado o por contaminación.
Actualmente, comprar alimentos para alérgicos, puede transformarse en un inmenso problema para las familias de los afectados, ya que tienen que revisar minuciosamente las etiquetas de los envases en busca de su composición para obtener alimentos seguros.
Con frecuencia la información no está clara o los ingredientes resultan ilegibles, poniendo constantemente en peligro la salud de los afectados.
Las reacciones a alergias alimentarias son muy diversas, algunas no pasan de un simple salpullido, pero otras pueden provocar la muerte, si no se tratan a tiempo.
De acuerdo a cifras recopiladas por la OMS, INFOSAN y la FAO, existen alrededor de 70 alimentos que pueden desencadenar alergias. Los de mayor incidencia y que provocan reacciones más graves son: los huevos, cereales con gluten, pescados, crustáceos, soja, leche, maní y frutos secos.
Las reacciones alérgicas asociadas a alimentos, se presentan cuando la persona entra en contacto con el alimento desencadenante. En algunos casos los síntomas aparecen de manera inmediata, y otras veces pueden aparecer horas o hasta días después, dificultando así su diagnóstico.
Los síntomas más frecuentes de alergias alimentarias son las afecciones cutáneas, las afecciones de tipo digestivo, respiratorias o cuadros generales graves como la anafilaxia que puede causar la muerte.
En la actualidad las personas que padecen alergias alimentarias, deben identificar el origen de la alergia y evitar el alimento que la provoca. Si por alguna razón llegan a ingerirlo, deberán tomar antihistamínicos en reacciones menores, o recurrir a un autoinyector de adrenalina en casos de reacciones graves.
Mientras tanto, los ensayos para buscar vacunas efectivas contra las alergias alimentarias continúan. EE.UU. está probando una vacuna contra la alergia al cacahuete, mientras España ensaya una vacuna sublingual para la alergia al melocotón y a la avellana.
También se han realizado otros estudios que han intentado probar la eficacia de un preparado de siete hierbas utilizadas por la medicina china, que al parecer, evitarían la reacción al consumo de cacahuetes.
Sin embargo, contar con vacunas para cada alérgeno conlleva un problema, pues muchos de los afectados son alérgicos a más de un alimento y no podrían recibir tantas inmunizaciones.
Por esa razón, se está trabajando actualmente en tratamientos que ofrezcan una respuesta global, como el proyecto de la vacuna panalergénica, que sería válida para numerosas alergias alimentarias, y cambiaría el concepto actual de contar con una vacuna para cada alergia.
Dicha inmunización podría ser útil para los alérgicos al pescado, a ciertas frutas rosáceas, a los espárragos, al repollo y a algunos frutos secos.
Pero mientras se logra desarrollar una vacuna de este tipo, la alternativa que se está utilizando con niños de alto riesgo, es la llamada “desensibilización oral”, una terapia que consiste en “agotar al sistema inmune”, en un entorno controlado, por si se producen reacciones.
Dicha terapia consiste en dar a los niños pequeñas dosis del alimento al que son alérgicos, durante varios días hasta que logran tolerarla. Si se presenta una reacción, ésta es tratada hasta que se logre tolerarla.
Los resultados obtenidos hasta el momento con esta terapia son muy buenos, alcanzan un 70 a 80% de éxito.
Fuente: salud.com
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