Limpiar la casa con frecuencia y siempre con el aspirador y paños húmedos. Las personas alérgicas que realicen esta tarea, deben usar una mascarilla y aspiradores que lleven bolsas de grosor doble y con filtros en el aire de salida.
Recubrir los colchones y almohadas con fundas antiácaros. Cubrir el canapé también con una cubierta plástica y desechar colchones, almohadas y peluches viejos y/o de lana.
Lavar la ropa de cama a más de 60ºC cada 10-14 días.
Reducir la humedad relativa del aire de la casa al menos al 50% mediante el uso de deshumidificadores.
Sustituir las almohadas y cojines rellenos de materiales naturales como pluma de ganso o algodón, por otros fabricados con fibras sintéticas. Si no se quiere eliminar estos objetos, también se pueden forrar con materiales no permeables a ácaros.
Ventilar el dormitorio adecuadamente, para evitar la humedad
Evitar las cortinas, alfombras y moquetas, sobre todo en la habitación de la persona alérgica. Los suelos de madera o cerámica son los mejores para los alérgicos.
Tener el mínimo de muebles y adornos en el dormitorio, a fin de facilitar el aseo y la acumulación de polvo. Deben retirarse especialmente las estanterías con libros.
Evitar en el dormitorio las alfombras, cortinas o cualquier objeto de lana o tela innecesario como por ejemplo tapices en las paredes o posters.
Utilizar periódicamente productos acaricidas y kits para la determinación del contenido de los ácaros en el polvo de la casa.
Si estas medidas no se pueden cumplir es preferible que el paciente cambie de domicilio a una vivienda nueva y seca, libre de moquetas y evitando siempre las primeras plantas o sótanos.
Fuente: blogs.periodistadigital.com
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