Uno de los motivos más frecuentes de consulta son los estados ansiológicos, es decir, aquellas situaciones donde el "deber" está por encima del "querer", y las urgencias complican las prioridades. Aprender a ordenar esas prioridades con un sentido práctico y aplicable en nuestras vidas es la primera función terapéutica a atender.
Usted tiene que tomar una decisión importante. ¿Qué hace? ¿Pasa mucho tiempo analizando la situación, toma una decisión, y todavía no está seguro de estar haciendo el movimiento correcto? ¿O decide en un momento y no se siente confiado de estar haciendo la mejor elección?
La mayoría de las decisiones se hacen después de una mirada rápida a una pequeña porción de las alternativas y factores relevantes. Con frecuencia nos apoyamos en el aspecto emocional y tomamos decisiones con un simple momento de deliberación. Para la mayoría de nuestras decisiones diarias (¿qué haré hoy para comer?), esto es apropiado. De hecho, si deliberásemos largamente sobre cada decisión, la vida se detendría y no podríamos terminar de hacer nada.
Las decisiones que enfrentamos raramente son de vida o muerte. Muchas de ellas, especialmente las complicadas, se benefician de un proceso tranquilo y estructurado.
Un proceso estructurado nos permite considerar muchas alternativas, perspectivas y factores, y nos ayuda a poner de lado la influencia emocional para mirarla con mayor objetividad. Esto generalmente dará mayor confianza en la decisión y abrirá la mente a otras posibilidades.
Por ejemplo, supongamos que usted tiene que decidir a qué universidad ir. Primero, observe su objetivo. ¿Cuál es el resultado deseado de esta decisión? Suele suceder que declarando el objetivo de distintas formas se nos abren nuevos factores y alternativas. Por ejemplo, si cambio mi objetivo de "ir a la universidad" por "obtener educación", ahora tengo otras alternativas para considerar, como institutos de formación técnica, de formación profesional, especializaciones en orientación y asesorías, etc.
Observe sus alternativas. La mayor parte de las decisiones tienen muchas alternativas. Sin embargo, es fácil quedarse atrapado sólo en un par. Saque ideas, piense. Considere alternativas tales como sus sueños, aquellas que ha eliminado por el precio, las que ni siquiera ha pensado en alcanzar, etc. Considere agregar las posibilidades del mejor y el peor de los casos, las opciones más baratas y las más caras. Trate de no censurarse en esta etapa. Permita que el proceso exponga absolutamente todas las opciones posibles.
Si tiene más que sólo dos alternativas, una técnica valiosa es ponerlas en pares y escoger entre dos cada vez. Por ejemplo, si tiene tres alternativas (A, B y C), primero escoja entre A y B, después entre A y C, y luego entre B y C. Sólo dos a la vez. Otorgue un puntaje a cada alternativa cuando la escoja. La alternativa con más puntos es la solución preferida. Esta técnica le dará una medición más rápida también, porque es más sencillo resolver entre dos alternativas que entre un listado de ellas.
Si el proceso de alternativas en pares no ha revelado una ganadora clara, es tiempo de hacer una lista de pros y contras de cada una.
¿Quién o qué influirá en su decisión?
El "quién" será su perspectiva decisora. ¿Quién tendrá algo que decir en su decisión? ¿Quién tendrá interés en el resultado de su decisión? Cada una de sus perspectivas le dará una opinión diferente sobre cuáles factores son a favor y cuáles son contras.
El "qué" serán los factores decisores. ¿Qué criterio usará para decidir? Por ejemplo, en la decisión sobre la universidad los factores relevantes podrían ser: matrícula, reputación del establecimiento, número de estudiantes, distancia de la casa, etc.
Anote cada factor en la lista correspondiente. En una universidad pública, por ejemplo, la matrícula estará en la columna de "pros", mientras que la privada la tendrá en "contras". Al final de este trabajo posiblemente ya tenga más claro qué escoger, pero si este proceso tampoco revela una decisión obvia, es tiempo de hacer un análisis más profundo.
Tome los factores que son relevantes para su decisión y asigne un valor deseado a cada uno. Por ejemplo, usted puede tener mayor interés en la reputación de la universidad que en la distancia en que se encuentra. Asigne un 5 a la reputación y un 2 a la distancia, por ejemplo, y así en adelante.
Este sistema le mostrará más claramente aún cuáles son los aspectos que le importan más, y cuál de las alternativas se acerca mejor al ideal.
La toma de decisiones puede ser un factor de estrés en la vida cotidiana. Conocer distintos sistemas para alcanzar una solución que nos deje tranquilos es fundamental para llevar este tipo de situaciones a buen puerto, y tener la confianza de que la decisión final será muy probablemente acertada.
Usted tiene que tomar una decisión importante. ¿Qué hace? ¿Pasa mucho tiempo analizando la situación, toma una decisión, y todavía no está seguro de estar haciendo el movimiento correcto? ¿O decide en un momento y no se siente confiado de estar haciendo la mejor elección?
La mayoría de las decisiones se hacen después de una mirada rápida a una pequeña porción de las alternativas y factores relevantes. Con frecuencia nos apoyamos en el aspecto emocional y tomamos decisiones con un simple momento de deliberación. Para la mayoría de nuestras decisiones diarias (¿qué haré hoy para comer?), esto es apropiado. De hecho, si deliberásemos largamente sobre cada decisión, la vida se detendría y no podríamos terminar de hacer nada.
Las decisiones que enfrentamos raramente son de vida o muerte. Muchas de ellas, especialmente las complicadas, se benefician de un proceso tranquilo y estructurado.
Un proceso estructurado nos permite considerar muchas alternativas, perspectivas y factores, y nos ayuda a poner de lado la influencia emocional para mirarla con mayor objetividad. Esto generalmente dará mayor confianza en la decisión y abrirá la mente a otras posibilidades.
Por ejemplo, supongamos que usted tiene que decidir a qué universidad ir. Primero, observe su objetivo. ¿Cuál es el resultado deseado de esta decisión? Suele suceder que declarando el objetivo de distintas formas se nos abren nuevos factores y alternativas. Por ejemplo, si cambio mi objetivo de "ir a la universidad" por "obtener educación", ahora tengo otras alternativas para considerar, como institutos de formación técnica, de formación profesional, especializaciones en orientación y asesorías, etc.
Observe sus alternativas. La mayor parte de las decisiones tienen muchas alternativas. Sin embargo, es fácil quedarse atrapado sólo en un par. Saque ideas, piense. Considere alternativas tales como sus sueños, aquellas que ha eliminado por el precio, las que ni siquiera ha pensado en alcanzar, etc. Considere agregar las posibilidades del mejor y el peor de los casos, las opciones más baratas y las más caras. Trate de no censurarse en esta etapa. Permita que el proceso exponga absolutamente todas las opciones posibles.
Si tiene más que sólo dos alternativas, una técnica valiosa es ponerlas en pares y escoger entre dos cada vez. Por ejemplo, si tiene tres alternativas (A, B y C), primero escoja entre A y B, después entre A y C, y luego entre B y C. Sólo dos a la vez. Otorgue un puntaje a cada alternativa cuando la escoja. La alternativa con más puntos es la solución preferida. Esta técnica le dará una medición más rápida también, porque es más sencillo resolver entre dos alternativas que entre un listado de ellas.
Si el proceso de alternativas en pares no ha revelado una ganadora clara, es tiempo de hacer una lista de pros y contras de cada una.
¿Quién o qué influirá en su decisión?
El "quién" será su perspectiva decisora. ¿Quién tendrá algo que decir en su decisión? ¿Quién tendrá interés en el resultado de su decisión? Cada una de sus perspectivas le dará una opinión diferente sobre cuáles factores son a favor y cuáles son contras.
El "qué" serán los factores decisores. ¿Qué criterio usará para decidir? Por ejemplo, en la decisión sobre la universidad los factores relevantes podrían ser: matrícula, reputación del establecimiento, número de estudiantes, distancia de la casa, etc.
Anote cada factor en la lista correspondiente. En una universidad pública, por ejemplo, la matrícula estará en la columna de "pros", mientras que la privada la tendrá en "contras". Al final de este trabajo posiblemente ya tenga más claro qué escoger, pero si este proceso tampoco revela una decisión obvia, es tiempo de hacer un análisis más profundo.
Tome los factores que son relevantes para su decisión y asigne un valor deseado a cada uno. Por ejemplo, usted puede tener mayor interés en la reputación de la universidad que en la distancia en que se encuentra. Asigne un 5 a la reputación y un 2 a la distancia, por ejemplo, y así en adelante.
Este sistema le mostrará más claramente aún cuáles son los aspectos que le importan más, y cuál de las alternativas se acerca mejor al ideal.
La toma de decisiones puede ser un factor de estrés en la vida cotidiana. Conocer distintos sistemas para alcanzar una solución que nos deje tranquilos es fundamental para llevar este tipo de situaciones a buen puerto, y tener la confianza de que la decisión final será muy probablemente acertada.
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